A la política mundial le ha faltado ética al momento de gestionar las vacunas y la información relacionada a ellas.
Junto con la posibilidad de la muerte propia o de un ser querido por Covid-19 y el confinamiento, nos enfrentamos a otro dilema: Informarnos verazmente y elegir que vacuna inocular en nuestro cuerpo es un lujo que las ideologías políticas y la burocracia no nos están permitiendo en Latinoamerica. Hoy en Colombia, me enfrento a la incertidumbre de haberme vacunado hace unas semanas en Argentina con Sputnik V, formula que no llega a Colombia y ha sufrido fuertes cuestionamientos. También debo pensar en el posible coctel de vacunas a inyectarme pues no podré regresar antes de la fecha óptima para completar el esquema.
El panorama no es el mejor si tenemos en cuenta que, aunque yo pueda volver, Argentina cuenta con una mínima cantidad del segundo componente y aún no hay resultados de estudios de combinación de Sputnik V con Moderna o Pfizer, que son las aceptadas sin restricciones de viaje a nivel mundial y podría aplicarme en Colombia.
La gran estratagema del miedo y la incertidumbre en una simple imagen : "Stay Safe" o "Mantente Seguro(a)"
Me vacuné con componente 1 de la Sputnik en Argentina porque fue la que me tocó, durante 6 días sufrí una gripe fuerte y dolor muscular, pero al séptimo día estaba como nueva. El sufrimiento real se da ahora: en el panorama actual no puedo entrar a Europa, no tengo esquema de inmunización completo y la vacuna tiene cuestionamientos en su proceso. No es que esté en contra de, según los rusos, la primera y mejor vacuna del mundo con 97% de efectividad. Pero teniendo en cuenta el contexto económico-político, donde son grandes potencias queriendo hacer gala de su supremacía, se comienza a dudar de todo lo que parece cierto y falso.
“The Lancet” la revista científica con mayor prestigio mundial, publicó un artículo en febrero de este año alabando a la vacuna rusa, y recientemente otro, en el que un grupo de científicos cuestionan los números de los informes de la fase 3 y sus resultados. Para colmo, la respuesta de Rusia al cuestionamiento se acercó a lo ridículo, respondiendo que era un error tipográfico menor ya corregido e informado.
Mientras Rusia distribuye un esquema incompleto y no aclara lo cuestionable, pues el componente 2 no es ampliamente disponible aún, la OMS (Organización Mundial de la Salud) y EMA (Organismo de control de la Unión Europea) no redoblan esfuerzos para destrabar la homologación de la formula rusa y su proceso de producción. Han creado un laberinto Político y burocrático que tiene como consecuencia que la población media del mundo se vea afectada por falta de vacunas o por las restricciones impuestas según el productor de la formula inmunizadora.
Para colmo la poca información disponible nos llega parcializada según el país en que vivimos. En Colombia, un país más afín a USA, la Sputnik V no es una opción de vacuna. Cada vez que yo decía, “Yo me vacuné con la sputnik V” la respuesta era “¿cuál…y esa de dónde es?”. Mientras tanto, amigos en Argentina me decían “Leí que la Rusa es la mejor”. Esto me confirmó de manera vivencial dos cosas: Existe un componente geopolítico en la información que recibimos acerca de la inmunización, y segundo toda esa propaganda que llega en lugar de información afecta terriblemente nuestra percepción. No nos dan la capacidad física y mental de decidir con que protegernos del Covid-19, y aunque es lo que hay, lo digo con frustración, por lo menos seamos conscientes, investiguemos que nos inyectan y por qué, por lo menos para saber, aun cuando no podamos ir a comprar una vacuna en la farmacia como en USA, la mente y la actitud crítica son indomables.
La opción de Coctel de vacuna para mi caso en Colombia es con AstraZeneca (Versión Vaxzevria) si encuentro alguna. Está en la Lista de uso de emergencia (EUL) publicada en la web de OMS, es decir está aprobada por uno de los entes reguladores en el mundo en este tema y está hecha con el componente dos de la Sputnik. Habrá que esperar los resultados de los estudios que se están realizando.
La ciencia rusa tiene 38 premios Nobel y su fórmula está basada en la experiencia del Instituto Gamaleya con otros virus mortales como el Ébola. No confío en Putin ni en el gobierno ruso, aún me preocupa la falta de transparencia, pero pongo mi fe en sus científicos. Espero que la Sputnik V y todas las formulas inmunizadoras logren estandarizar sus procesos de producción, sean aprobadas y distribuidas con equidad pronto. Los profesionales que han trabajado duro en ellas no se merecen que por temas políticos su esfuerzo sea tirado en saco roto en vez de estar salvando vidas.
En un mundo ideal, si pudiera elegir, y todas las vacunas estuvieran en las mismas condiciones de aprobación, completaría mi inmunización con la Sputnik V, me parece muy lógico que elijan dos adenovirus o componentes diferentes en cada aplicación para hacer más efectiva la respuesta inmunitaria. Bacteriólogos y virólogos han trabajado alrededor del mundo para salvar vidas. Luego vienen los Gobiernos y las directivas de grandes laboratorios y definen el más terrible efecto secundario de las vacunas: división.
Artículo de opinión
Por Diana Villarraga
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